jueves, 30 de julio de 2009

14

Escucho una canción de la que no pienso escribir el título. Me alimento, otro día más, de pasta sin marca que se me cae al abrir el paquete. Bebo agua del grifo convenientemente refrigerada. Apuro colillas inservibles recuperadas de la papelera. Aniquilo hormigas ayudado por una servilleta húmeda. Pulso muchos clicks que no me llevan a nada. Internet se ha detenido y dudo si en algún momento alguien escribirá algo interesante o tendremos que enterrar el asunto y dedicarnos a mirar por la ventana.

Salgo a la calle y me encuentro con SC caminando sin rumbo. Se sienta en la plaza a leer pero no aguanta ni cinco minutos. La piedra arde y nota como el culo se le fríe.

He visto a SC gorroneando algún café en su bar. Luego le ha pedido a su mejor amiga dinero para tabaco. Ha hecho equilibrios entre el hambre y las ganas de vomitar toda la mañana. He creído observar como se reía en cuatro ocasiones.

Luego ha abandonado la plaza solo.

Desapareció de mi horizonte visual con cierta calma. No sé dónde iba.

Seguramente tenía algo importante que hacer. Supuse.

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